Archivo mensual: septiembre 2015

De la Imagen Generadora a la Imagen Reveladora

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La exploración de los límites y la Inmersión Dramática

MáscarasRoma¿Ha de ser solo la mente, la imaginación del escritor, la que experimente imágenes, o se pueden suscitar también en otros?

La Imagen Generadora marca la esencia de un texto, salpicado de lo más íntimo de su autor. Sin embargo, la Imagen Reveladora es la traducción verbal, o no verbal, que le da existencia y consistencia. Es el transvase necesario y obligado para que el público no sea solo espectador de mi “imagen” sino que genere las suyas propias y, por tanto, deje de ser espectador para convertirse en protagonista; aunque, en este transvase, “mi” imagen generadora se vaya diluyendo en la imagen colectiva, individual y reveladora a través de los sentidos que suscito y de los recuerdos que rescato.

Mariana Mazover (2013) definía la imagen generadora apelando a su parte interrogativa, casi un “conocernos a nosotros mismos”, y es que la interrogación e, incluso, la incomodidad que puede motivar una imagen que se nos revela aún no buscándola, es la esencia de un teatro que permita, y consiga, una perfecta conexión entre Imagen Generadora (texto), los actores (y sus propias proyecciones de la imagen) y el público/espectador en quienes se genera la Imagen Reveladora que no tiene por qué coincidir con la Imagen Generadora o puede, incluso, desvirtuarla. No obstante, ya tenemos dibujado un nexo de unión interno, primitivo.

La Indagación de la Imagen Generadora se basa en tres pilares fundamentales: indagación sensorial, indagación poética e indagación dramática. Pues bien, en su asociación con la Imagen Reveladora, establezco un pilar más:
La Indagación Externa-Interna: conjunción entre la riqueza sensorial de una imagen externa (generada) con los procesos cognitivos y sensoriales internos propios y particulares de cada persona bajo un mismo estímulo. Es decir, la imagen en el receptor puede sufrir cambios y ante un mismo estímulo generarse respuestas dispares.

Así, volvemos a conectar con nuestra parte primitiva y visceral cuya utilización nunca podrá dejar indiferente a nadie puesto que se alza sobre la propia exploración de los límites y sobre la completa inmersión en el mundo teatral.

(Extracto de Producción Experimental de ciclo de teatros de temática 
clásica y su Producción Transmedia: La Danza de las  Luciérnagas)
junio 2015

Alexandra López

 

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LA INQUIETUD CREADORA

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Penseur

Hoy me pregunto cuántos caminos puede haber a la hora de abordar un determinado tema o, para ser más exactos, cuántas son las maneras de convertir una inquietud en un tema y, de ese primogénito tema, un tema visual o audiovisual.

Yo lo veo en sus inicios como un pensamiento un tanto obsesivo que te acorrala cuando menos te lo esperas y, contrato en mano, te amenaza con su libertad teniendo que proporcionarle, además, un buen desfile y una, cuanto menos, modesta casa en la que vivir.

¿Cuántas pueden ser las formas de manifestación artística? ¿Cuántas las vueltas, los enredos, las llanezas o los sinsentidos cargados de ellos? Un fluir inconstante en la constancia: un pisar por donde ya se pisó pero sin pisar lo mismo. Un poco Heráclito, un poco Parménides.

Hoy esta reflexión me asaltaba al dejarme vencer por ese pensamiento insistente que dice “¡hazlo!”, a la vez que como el pensador de Rodin las horas se detienen en “pero ¿cómo?” Y es que creo que si la manifestación de cualquier arte es tan infinita como la manifestación de sus artistas, ¿no serán infinitas también las herramientas con las que puedes construirla? Mi inquietud puede ser un cuadro pero también una partitura, y un poema o, tal vez, una exposición o una obra de teatro. Tal vez hoy lo uno; tal vez mañana, lo otro. ¿Riego sobre mojado?

¿Y es necesario instalarse en un medio? Aquel hábitat que creando habitamos siguiendo las cláusulas de aquel contrato con nuestra inquietud primera, ¿no es acaso la propia creación de nuestro medio? ¿Siempre habitaré un medio o, en cambio, siempre iré saltando, quizá al son del aulós de aquel pensamiento?

¿Cuántos no habitáis aquí y allá, con la casa a cuestas, cuando dais rienda suelta a vuestra inquietud? ¿Cuántos senderos ya pisados no pisáis y en cuántos no apartáis esas ramas bajas que os impiden pasar por aquel oculto y a trasmano pero ya horadado? ¿Y cuántos excaváis por entre dos caminos y a gatas, manualmente, apartáis piedra a piedra porque ese, ese y no otro, es el camino que queréis transitar? ¿Cuántas veces- y cuántas sin darnos cuenta-, volvemos la vista atrás, a otros momentos, a otras historias, y cuántas, en cambio, estamos, sin saberlo, haciendo historia? Y no para que nos recuerde la posteridad, no, sino como un devenir filosófico-ontológico (y que me perdonen los filósofos por mi invención) que nos empuja, necesariamente, a avanzar.

Hoy me pregunto de cuántas maneras se puede expresar esa inquietud que pugna por salir y que, descuidad, acabará saliendo o seguirá reclamando su lugar allí fuera… Y me lo pregunto, ¿quién sabe?, llevada por mi propia inquietud.

Crear es inquietarse e inquietarse, fabricar los peldaños del avance.

Alexandra López

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