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La ciencia de lo cotidiano

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La ciencia de lo cotidiano es
dudar si has echado la llave, subir dos o tres peldaños o devolver la mirada
a esos ojos que te miran.
La ciencia de lo cotidiano es
la fuerza de tus labios en mi beso, la presión de la sangre por mis venas
y el vacío sonoro de ese ritmo
que yo me impongo.
La ciencia de lo cotidiano es
que me abraso las manos si me paso
del ángulo correcto de ese grifo,
y la velocidad con la que zarpa el tren dejándome en tierra.
La ciencia de lo cotidiano es
eso que es y también lo que parece,
la voz susurrante y todos los sueños que se alcanzan o se pierden a partes inversamente proporcionales.
La ciencia de lo cotidiano es
conocer de nombre a Vera Rubin, de Beauvoir su segundo sexo
y esos versos a Afrodita.
La ciencia en lo cotidiano es
la sensualidad de lo profano:
ese miedo que agoniza
bajo la firme voz de esta batalla que nos está concediendo la victoria.
Alexandra López

Tus labios

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Que tus labios son mi bálsamo

y el agua pura que limpia mis heridas:

las del alma dolorida,

las de la piel maltratada.

Que tus besos son mi puerto seguro

donde amarro mis barcos

en la tempestad perdida

y donde luce un faro atento a mis desvíos.

Que son tus labios candil en mi sombra espesa,

sol que la niebla atraviesa

en la estación ‘de mí olvido.’

Que tus labios son el punto dulce

de mi sabor amargo,

una isla en el océano:

los labios donde los míos…

nunca morirán secos.

Alexandra López

Soltar amarras

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Corina a Claudio Hispánico, epístola XIV (ca. 75 a. n. e)

Trad. Alexandra López

strandedUNSPLASH

Corina a su leal amigo Hispánico cuando con un pie el umbral del nuevo año pisamos.

Soltar amarras y emprender el vuelo es, sobre el infinito bosque, construir una calzada cuya longitud aún se desconoce pero se desea la aventura.

Ha sido un año en gran parte desapacible pero erraría si dijera que no ha habido tiempo para la risa, los proyectos o la emoción. Lo humano ha estado presente junto con lo divino pero desconozco si en la proporción correcta.

Ha habido máximas y amores duraderos. Otros, en cambio, han mostrado el rostro más verdadero y, como serpientes, van reptando a la cueva del olvido. Lo desapacible puede haber dispersado lo apacible pero no ha podido devorarlo.

He aprendido mucho, creo, aún más desde tu última carta, y me he atrevido a seguir atreviéndome. Nunca dejes de intentarlo, Claudio, nunca. En el atrevimiento está el germen de la sabiduría.

Y el mundo ha compensado mi atrevimiento abriendo para mí nuevos caminos que emprendo con ilusión y con mi hambrienta curiosidad. Los dioses quieran que nunca la pierda, pues me lleva por senderos de otro modo impracticables.

Esto habrá de cambiarme, creciendo en mi mente inquieta y en ese hálito que considero alma: crezco hacia dentro donde no hay fin para el saber. Y me dispongo a soltar amarras, a transitar lo desconocido, lo oculto, lo que está más allá de mi aquí.

No seas nunca, Claudio, el bajel varado en cualquier orilla que la costumbre zarandea entre olas de desidia e inconsciencia. Suelta amarras, mira la posición de las estrellas desde distintos lugares y toma la medida al tiempo. Hoy corre bajo la lluvia; mañana al sol ilumina tu aprendizaje. Y camina.

Si los dioses un ardid nos dieron para hallar la felicidad, este consiste en no pararse. Huye de quien encuentra placer en la quietud y del que alza demasiado la voz para ocultar el vacío que lleva dentro.

Vivimos un momento convulso donde el mundo se devora a sí mismo en un ciclo que parece no tener fin. Cíclico lo es todo, volveremos al inicio. Mientras, Claudio, que este camino no sea infértil: reclama, lucha, ama y obtén de la vida su magia más primitiva, ya sea en pausados tragos de vino dulce o en sorbos de agua cristalina. Ese es tu poder, no lo confíes.

Salud, Claudio, amigo y compañero.

Corina

LOS CONTRATIEMPOS DEL TIEMPO

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LA APORÍA DEL TIEMPO NARRATIVO

De los contratiempos del tiempo podríamos hablar largo y tendido extendiendo en las fauces de su imperio la gravedad sonora de su palabra errante.

ClockBONNYBBX

Podríamos hablar de mudas quejas, de alzado espíritu y marionetas cojas. Da igual, no importa del misterio más que la ausencia de la seguridad que imprime palabras inconexas en idiomas desconocidos.

Un contratiempo esponerle cadenas al tiempo, retenerlo con dulces y chocolatinas por ser exquisito nuestro juego presente: no le sirven clavos ni maderos, ni súplicas al cielo ni diluvios universales ni tormentas entrañables.
(A. López, Contratiempos)

Dejando a un lado el lirismo y la poesía, el tiempo en la ficción tiene sus propios contratiempos, sus aporías, sus puertas y ventanas sin salida. Un contratiempo del tiempo es que una hora de teatro se haga veinte o que dos se hagan diez minutos.

¡Cómo nos gusta jugar con el tiempo en la ficción!: cómo lo atrapamos imprimiendo nosotros el trazado por el que debe discurrir: senderos llanos, planicies, profundidades marinas, enormes montañas. Por un instante (un instante de ese Tiempo) ¡somos dueños del tiempo!

¿Y el tiempo narrativo no es acaso un contratiempo del Tiempo? Filosófica aporía.

En un microteatro quince minutos pueden ser una vida entera, o varias vidas, o quince minutos son… quince minutos.

La casualidad es otra aporía: la casualidad, por falta de causalidad, no existe: toda acción tiene una causa que se ha fraguado dentro del tiempo (narrativo) y que, en cambio, no está reñida con una sutil y dulce anticipación que rompe con su magia (una música, un objeto, un recuerdo… un olor) la sorpresa completa. Sí, la sutil anticipación que permita al más sagaz aquello de “¡lo sabía!”

Y es que el tiempo tiene sus misterios, quién lo duda, jugando un papel protagonista en la misma estructura de la estructura de nuestro brillante y habitable mundo narrativo (“¡yo quiero entrar ahí!”)PersistenciaMemoriaDALI: el problema de mi historia no se deja asir fácilmente sino que queda encerrado, a veces oculto, dando ligeras noticias de sí mismo, en ese tiempo: un secuestro, una hora estipulada, un reloj que se deshace… Ya tengo al tiempo y al espectador dentro del mismo saco y encaminados a la consecución de un objetivo común.

Sin embargo, los tentáculos del tiempo llegan más lejos o, quizá, más profundamente: también alcanza a los personajes, por supuesto, que no pueden quedarse petrificados, incoherentes, inmutables a lo largo de la historia: estos se desenvuelven, matizan y evolucionan dentro del devenir de mi tiempo narrativo permitiendo identificaciones, simpatías o enemistades.

Así, podríamos decir que el tiempo impone sus contratiempos donde historia, personajes y espectadores luchan por participar y controlar un tiempo que, las más de las veces, vuela libre, dejándonos hacer, dándonos el gusto de creer que lo tenemos atrapado dentro de una cajita de la que es imposible escapar, pero riéndose con sorna de vernos caer, una vez más, sutilmente, en sus redes. Sin salida.

Alexandra López

La Dramaturgia de los Sentidos

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¿Qué son las emociones? ¿Hasta qué punto podemos estimularlas?

«Habitualmente se entiende por emoción una experiencia multidimensional con, al menos, tres sistemas de respuesta: cognitivo/subjetivo; conductual/expresivo y fisiológico/adaptativo.»

Turpin-ChaplinSKEEZEEstas son las palabras con las que define Mariano Chóliz (2005) emoción: una respuesta psico-fisiológica destinada a la adaptación frente a un determinado estímulo.
Todas estas respuestas emocionales han sido relacionadas estrechamente con la dicotomía entre agrado-desagrado y la intensidad de dicha reacción emocional. No obstante, a la hora de

abordar la dramaturgia de los sentidos, nos es imprescindible conocer las funciones básicas de las emociones que son, siguiendo los estudios de Reeve (1994):

1. Funciones Adaptativas para la ejecución de una conducta adecuada
2. Funciones Sociales destinadas a las relaciones interpersonales y la comunicación y
3. Funciones Motivacionales encaminadas a crear la energía necesaria para la ejecución de una determinada conducta

El escritor Wyne Dyer escribió en uno de sus libros de autoayuda que solo hay dos emociones básicas [primarias]: una es el miedo, la otra es el amor, siendo las demás elaboraciones sujetas a la propia dimensión adaptativa, social y conductual de las mismas.

En cualquier caso, una vez conocida la “historia cognitiva” de las emociones, nos interesa conocer si existe la posibilidad de motivar o estimular laTerapiaArteManosSTUXs emociones, generarlas o, incluso, crearlas. Esencialmente este es un proceso complicado ya que las emociones tienen un alto componente personal e íntimo, experimental y vivencial que se remonta a nuestros primeros meses de vida en los cuales no somos capaces de consolidar las emociones pero sí comenzamos a codificarlas.
Sin embargo, la historia de los sentidos es la historia de la construcción social y cultural de los mismos (Smith, 2008); de este modo, la importancia que los sentidos tienen en la elaboración de una conciencia única, individual y, aún más interesante, colectiva, es primordial: cómo el sonido del mar es diferente según lo perciba una persona que vive en la costa u otra que nunca ha estado en ella pero cómo, en cambio, el sonido zozobrante de las olas puede retrotraernos a recuerdos olvidados o manifestarnos emociones desconocidas.

Los sentidos organizan la manera en que se ve el mundo y la relación con él y con los demás, de ahí que pueda tomarse el extremo de un hilo que pueda unir a dos personas o, incluso, a una comunidad de personas, y cómo estas generan emociones en nosotros mismos (inteligencia emocional) No obstante, para todo ello se hace imprescindible el contexto en relación a una creación armónica entre todos y cada uno de los elementos traídos a escena.

De la dramaturgia de los sentidos es fascinante el estudio de las emociones: comprender hasta qué punto un olor, un sabor, una determinada música o sonido o la conjunción de todos ellos, puede despertar en el espectador emociones o recuerdos que lo coneTristanIsoldeWIKIIMAGEScten en un grado más íntimo con nuestro texto o con la interpretación de nuestros actores.
Es indudable que no es lo mismo un teatro simplemente visual y sonoro, que aquel en el que se introducen elementos que estimulan el resto de sentidos como el gusto (un alimento asociado a nuestro protagonista o un sencillo regusto en el aire) o el tacto (una ligera tela que se suspende sobre los espectadores), etc.

Sea cual sea la “técnica”, la dramaturgia basada en los sentidos puede convertirse en el eje vertebrador que genere en nuestro espectáculo una experiencia distinta, nueva, y, con ello, enriquecer nuestra propia creación e inmersión dramática.

Alexandra López

MELANCOLÍA ANALÓGICA

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Esperando en el andén…

StationUNSPLASHSoy de temperamento melancólico y romántico, no puedo evitarlo. Todo aquello que sabe a viejo, a ayer, a estar caminando por el filo de la extinción, activa en mí un resorte que me atrae y me rebela. Y el cine analógico ha entrado ya en esa bruma indescriptible que conduce al abismo de los melancólicos. Las cámaras digitales y, con ellas, el cine digital, son protagonistas ante nuestros ojos de una evolución imparable. Desde las cámaras más caseras a la gran estrella de la red epic es imposible decir que se ha producido una evolución paulatina, más o menos pausada. Ha sido una carrera de relevos a máxima velocidad.

Innegables son las ventajas que la era digital aporta, ya no solo al cine, sino a la producción audiovisual. El abaratamiento de costes que abren la veda de la fantasía creativa de usar varias cámaras en una única producción; la baza de no perder calidad con la continuada proyección o la apertura de un extenso abanico de posibilidades para la postproducción, hacen del digital un jugador poderoso a tener en cuenta.

¿UNA REVOLUCIÓN ESTÉTICA?

Sin embargo no todo son mejoras, ni todo son sentimientos de satisfacción por aquellas que el digital trae de su mano.

El romanticismo de esperar el revelado para ver el resultado de las tomas de rodaje yRolloPelículaTHOMASHENDELE, -digámoslo así-, la providencia y autoridad del director de fotografía se ven menguadas con respecto al cine analógico. ¿Menguadas? No. La providencia artística se traslada del rodaje a la postproducción. Eso es todo.

Sin embargo, la postproducción digital crea también un sentimiento de angustia: ¿sabremos dónde parar las correcciones?, ¿sabremos mantener un justo equilibrio entre realidad e hiperrealidad? Es difícil no dejarse vencer por el canto de sirenas que la tecnología entona con sus infinitas posibilidades.

UNA RELACIÓN FRUCTÍFERA

Está claro: el digital es un celestino. Su esencia ha unido al arte con la tecnología, unión que suena, en frío, cuanto menos, imposible.

En un ejercicio de proyección futura, puedo ver a la imagen analógica como un regusto especial, chic; como un recurso audiovisual, un “toque” estético, tal como el que se busca en la actualidad usando una imagen en blanco y negro. Un arcaísmo cinematográfico.

Y es que los caminos de la tecnología me son inescrutables y su tren llega a nuestra estación a una velocidad vertiginosa. Solo parará un momento. O te subes ahora… o espera para siempre.

Soy de temperamento melancólico y romántico, soy Técnica de Producción y sentir en mis manos una película fotoquímica me emociona pero yo ya he comprado el billete al Más Allá Digital. ¿Quién sabe? Por si acaso.  Alexandra López

SANFELICES: un viaje desde la Grecia Clásica a la Soria actual

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Dedicado a todo el equipo de Sanfelices

«¿Visteis las sombras de Ganimedes sobre las nubes de Júpiter?»

GanimedesLouvreEUFRANORA veces ni los propios guionistas se dan cuenta de cuánta poesía hay concentrada en una única frase de su guión, cuánta la fuerza, qué calidad la de sus imágenes.

Sanfelices, película dirigida y producida por Roberto Lázaro y Tania Jiménez está marcada por su constante mirada a las estrellas: una bonita metáfora de la búsqueda de aquello que creemos inmutable mientras, aquí abajo, en la tierra, todo se nos escapa mudado por el tiempo y su devenir, como el de Elena, su protagonista, que el destino quiere que conozca a ese amante del cielo, Carmelo, y fije su mirada más allá de sus padecimientos ‘terrenales’.

Pero al ser humano no le basta con observar los prodigios del cielo, ha de hacerlos suyos, ha de nombrarlos porque ¿no es cierto que aquello que no tiene nombre, no existe?
Ayer en Borobia (Soria) se rodaron las últimas secuencias de esta hermosa historia, yo estaba presente, y, una y otra vez, caíamos embrujados e inconscientObservatorioBorobiMARIANOCASTEJÓNes en esa poética del diálogo, de las palabras, sin darnos cuenta.
Uno de nuestro actores figurantes, borobiano o lobero como los apodan, encantador como todos los que nos acogieron allí, repetía su frase a las órdenes del director para perfeccionarla sin darse cuenta, tal vez ninguno de los dos, de la erótica de esas palabras. Y no, no me he vuelto loca. «¿Visteis las sombras de Ganimedes sobre las nubes de Júpiter?» Hablamos de planetas y satélites cuyas fuerzas magnéticas se atraen influyendo el uno sobre el otro… ¿no es así? Pero, ¿solo?

En el siglo I a.n.e el poeta Meleagro escribía el siguiente epigrama recogido en la Antología Palatina:

Cierta vez que, muerto de sed en mitad del verano, besé a un muchacho de suave piel, dije, tras aliviar mi árida sed: «Padre Zeus (Júpiter), ¿acaso tú bebes el nectáreo beso de Ganimedes y esto es lo que él escancia en tus labios? Pues también yo besando al bello entre los jóvenes, a Antíoco, he bebido la dulce miel de su alma.

Y más tarde Ovidio en sus Metamorfosis:

En otro tiempo el rey de los dioses (Júpiter) se abrasó por el amor del frigio Ganimedes (…) Y sin tardanza, golpeando el aire con sus engañosas alas, rapta al Ilíada (Ganimedes), que ahora también mezcla las bebidas y, sin que Juno lo quiera, escancia el néctar a Júpiter.

Aquí tenemos a los dos protagonistas de nuestra frase, unidos por el lazo, al parecer inmutable, del amor. Ahora va adquiriendo consistencia y realidad esa poética erótica que comentaba más arriba: ¿con qué sombra el joven Ganimedes puede marcar al gran Júpiter? ¿Tal vez con la sombra de las alas de aquella águila que sobre él se abatieron para raptarlo o, quizá, son las sombras del amor?

Nosotros, nadie máJupiterGanimedesDASWORTGEWANDs, hemos querido dar nombre a todo aquello, a lo más lejano o a lo más cercano, y, así, Simon Marius en el siglo XVII quiso que Ganimedes viviera por siempre alrededor de Júpiter ofreciéndose sombras y compañías en la íntima soledad del universo. Sanfelices, en este viaje, ha hecho que los amigos de Carmelo espien desde el observatorio del pueblo ese amor divino-celestial y que con ellos Ganimedes viaje hasta la actual y preciosa Borobia en forma de diálogo de guión cinematográfico. Desconocidos son los caminos de la tradición y sus múltiples recreaciones.

Y ahora, sin magia, truco o artificio, ¿«¿Visteis las sombras de Ganimedes sobre las nubes de Júpiter?» no suena diferente al pronunciarla? O quizá sean cosas mías. En cualquier caso…

No temas, o bellísimo troyano,
viendo que arrebatado en nuevo vuelo
con corvas uñas te levanta al cieloGanimedesCARRACCI
la feroz ave por el aire vano.

¿Nunca has oído el nombre soberano
del alto Olimpo, la piedad y el celo
de Júpiter, que da la pluvia al suelo
y arma con rayos la tonante mano;

A cuyas sacras aras humillado
gruesos toros ofrece el Teucro en Ida,
implorando remedio a sus querellas?

El mismo soy. No al águila eres dado
en despojo; mi amor te trae. Olvida
tu amada Troya y sube a las estrellas

A Ganimedes, Juan de Arguijo (1567-1623)

Alexandra López

De la Imagen Generadora a la Imagen Reveladora

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La exploración de los límites y la Inmersión Dramática

MáscarasRoma¿Ha de ser solo la mente, la imaginación del escritor, la que experimente imágenes, o se pueden suscitar también en otros?

La Imagen Generadora marca la esencia de un texto, salpicado de lo más íntimo de su autor. Sin embargo, la Imagen Reveladora es la traducción verbal, o no verbal, que le da existencia y consistencia. Es el transvase necesario y obligado para que el público no sea solo espectador de mi “imagen” sino que genere las suyas propias y, por tanto, deje de ser espectador para convertirse en protagonista; aunque, en este transvase, “mi” imagen generadora se vaya diluyendo en la imagen colectiva, individual y reveladora a través de los sentidos que suscito y de los recuerdos que rescato.

Mariana Mazover (2013) definía la imagen generadora apelando a su parte interrogativa, casi un “conocernos a nosotros mismos”, y es que la interrogación e, incluso, la incomodidad que puede motivar una imagen que se nos revela aún no buscándola, es la esencia de un teatro que permita, y consiga, una perfecta conexión entre Imagen Generadora (texto), los actores (y sus propias proyecciones de la imagen) y el público/espectador en quienes se genera la Imagen Reveladora que no tiene por qué coincidir con la Imagen Generadora o puede, incluso, desvirtuarla. No obstante, ya tenemos dibujado un nexo de unión interno, primitivo.

La Indagación de la Imagen Generadora se basa en tres pilares fundamentales: indagación sensorial, indagación poética e indagación dramática. Pues bien, en su asociación con la Imagen Reveladora, establezco un pilar más:
La Indagación Externa-Interna: conjunción entre la riqueza sensorial de una imagen externa (generada) con los procesos cognitivos y sensoriales internos propios y particulares de cada persona bajo un mismo estímulo. Es decir, la imagen en el receptor puede sufrir cambios y ante un mismo estímulo generarse respuestas dispares.

Así, volvemos a conectar con nuestra parte primitiva y visceral cuya utilización nunca podrá dejar indiferente a nadie puesto que se alza sobre la propia exploración de los límites y sobre la completa inmersión en el mundo teatral.

(Extracto de Producción Experimental de ciclo de teatros de temática 
clásica y su Producción Transmedia: La Danza de las  Luciérnagas)
junio 2015

Alexandra López

 

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LA INQUIETUD CREADORA

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Penseur

Hoy me pregunto cuántos caminos puede haber a la hora de abordar un determinado tema o, para ser más exactos, cuántas son las maneras de convertir una inquietud en un tema y, de ese primogénito tema, un tema visual o audiovisual.

Yo lo veo en sus inicios como un pensamiento un tanto obsesivo que te acorrala cuando menos te lo esperas y, contrato en mano, te amenaza con su libertad teniendo que proporcionarle, además, un buen desfile y una, cuanto menos, modesta casa en la que vivir.

¿Cuántas pueden ser las formas de manifestación artística? ¿Cuántas las vueltas, los enredos, las llanezas o los sinsentidos cargados de ellos? Un fluir inconstante en la constancia: un pisar por donde ya se pisó pero sin pisar lo mismo. Un poco Heráclito, un poco Parménides.

Hoy esta reflexión me asaltaba al dejarme vencer por ese pensamiento insistente que dice “¡hazlo!”, a la vez que como el pensador de Rodin las horas se detienen en “pero ¿cómo?” Y es que creo que si la manifestación de cualquier arte es tan infinita como la manifestación de sus artistas, ¿no serán infinitas también las herramientas con las que puedes construirla? Mi inquietud puede ser un cuadro pero también una partitura, y un poema o, tal vez, una exposición o una obra de teatro. Tal vez hoy lo uno; tal vez mañana, lo otro. ¿Riego sobre mojado?

¿Y es necesario instalarse en un medio? Aquel hábitat que creando habitamos siguiendo las cláusulas de aquel contrato con nuestra inquietud primera, ¿no es acaso la propia creación de nuestro medio? ¿Siempre habitaré un medio o, en cambio, siempre iré saltando, quizá al son del aulós de aquel pensamiento?

¿Cuántos no habitáis aquí y allá, con la casa a cuestas, cuando dais rienda suelta a vuestra inquietud? ¿Cuántos senderos ya pisados no pisáis y en cuántos no apartáis esas ramas bajas que os impiden pasar por aquel oculto y a trasmano pero ya horadado? ¿Y cuántos excaváis por entre dos caminos y a gatas, manualmente, apartáis piedra a piedra porque ese, ese y no otro, es el camino que queréis transitar? ¿Cuántas veces- y cuántas sin darnos cuenta-, volvemos la vista atrás, a otros momentos, a otras historias, y cuántas, en cambio, estamos, sin saberlo, haciendo historia? Y no para que nos recuerde la posteridad, no, sino como un devenir filosófico-ontológico (y que me perdonen los filósofos por mi invención) que nos empuja, necesariamente, a avanzar.

Hoy me pregunto de cuántas maneras se puede expresar esa inquietud que pugna por salir y que, descuidad, acabará saliendo o seguirá reclamando su lugar allí fuera… Y me lo pregunto, ¿quién sabe?, llevada por mi propia inquietud.

Crear es inquietarse e inquietarse, fabricar los peldaños del avance.

Alexandra López

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